DÃa Internacional contra el Cáncer Infantil 15 de Febrero |
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El 15 de febrero de todos los años, se celebra en todo el mundo el DÃa Internacional del Niño con Cáncer. Aunque el cáncer no es una enfermedad muy frecuente en la infancia, ni en la adolescencia, supone entre el 1 y el 3% de todos los casos de cáncer. La detección temprana es un factor importante, ya que abre una lÃnea inequÃvoca entre la vida y la muerte de algunos niños y adolescentes. El camino que recorren los afectados suele ir desde Atención Primaria, de su Centro de Salud, pasando por el Centro de Especialidades, en ocasiones, hasta llegar al Hospital. A su vez, el diagnóstico de la enfermedad se debe realizar lo antes posible, ya que el tiempo es muy importante y cuanto antes sepamos el diagnóstico, antes podremos combatir la enfermedad. Además puede marcar la diferencia en los resultados y en los efectos secundarios a largo plazo. Determinados problemas de salud pueden ser sÃntomas de una enfermedad maligna y deben ser detectados. Los niños, al igual que los adultos diagnosticados de cáncer sienten los sÃntomas fÃsicos de la enfermedad y del tratamiento (vómitos, náuseas, pérdida de peso y de cabello, fatiga…), asà como también sus repercusiones psicológicas (miedo, ira, soledad, depresión, dolor, ansiedad…). Siempre hay que tener en cuenta que el nivel de desarrollo, como la edad del niño, determinará la naturaleza del impacto emocional y las estrategias que empleará para afrontar la enfermedad. En un primer momento al conocer el diagnóstico, los niños suelen preguntarse si van a morir. Además el dolor es una de las inquietudes principales del paciente oncológico y el niño con cáncer debe exponerse a procedimientos estresantes y dolorosos (radioterapia, quimioterapia, extracciones de sangre…). Esto puede generar en ellos comportamientos negativos extremos (gritos, oposición y resistencia, poca o ninguna colaboración con el personal sanitario, etc.), lo que puede dificultar la adherencia al tratamiento. También es muy frecuente que se presente trastornos del sueño y/o la fatiga. Esto se debe a que el dolor puede alterar su ritmo de sueño, como también las preocupaciones y el miedo por la enfermedad o la ansiedad por su futuro. La fatiga puede deberse a problemas de anemia o desnutrición. Los problemas de ansiedad que manifiestan pueden deberse a: - Frecuentes hospitalizaciones que suponen una ruptura en sus hábitos y su vida cotidiana. - Separación de sus padres y hermanos. - Temor a las curas, a las batas blancas y a los instrumentos y procedimientos médicos. - Administración de fármacos. - Sueño y fatiga. - Dolor. - Y sobre todo por el miedo a la muerte que la enfermedad conlleva. A su vez, la intervención quirúrgica supone una fuente de estrés importante, junto con la preparación del paciente antes de la cirugÃa, el traslado al quirófano, la separación de los padres, la entrada al quirófano, la anestesia, el despertar y la recuperación post-quirúrgica. Junto a la ansiedad, el niño puede mostrar un bajo estado anÃmico e, incluso, depresión, pocas fuerzas para afrontar la enfermedad, disminución de la autoestima por los efectos secundarios de la enfermedad y del tratamiento, añadido a visitas continuadas al hospital y, por consiguiente, deterioro en las relaciones interpersonales. Los niños que padecen una enfermedad oncológica suelen presentar las siguientes necesidades: 1. Necesidades emocionales que, aunque son comunes a todos los niños, cuando están enfermos se agravan. Incluye la necesidad de sentirse queridos, de desarrollar un sentimiento de pertenencia, de sentir auto-respeto, de obtener una sensación de logro, de seguridad, de auto-conocimiento y de sentirse libres de sentimientos de culpabilidad. Se trata de necesidades a veces insatisfechas por la alteración de la rutina diaria y el contacto reducido con quienes pueden satisfacerlas. 2. Necesidades que surgen de la reacción del niño ante la enfermedad, la hospitalización y los tratamientos. Los temores y sentimientos de culpa e inutilidad requieren de: apoyo, cariño, empatÃa, comprensión, aprobación, amistad, seguridad, compasión y disciplina. Cada fase de la enfermedad genera, además, necesidades especÃficas que atender. De esta manera, las necesidades de información y comprensión de lo que le ocurre a lo largo de todo el proceso de enfermedad y, especialmente en el inicio, el control de sÃntomas, la reducción de miedos y molestias ante procedimientos exploratorios o de tratamientos invasivos, asà como las dificultades de adherencia a tratamientos médicos configuran objetivos concretos de la intervención psicológica. 3. Necesidades que surgen de la concepción que el niño tiene de la muerte, las cuales generan reacciones de temor, ansiedad, soledad, tristeza, etc. Las repercusiones del cáncer infantil y las necesidades, tanto de los niños que padecen la enfermedad, como de sus familias, justifican la necesidad de llevar a cabo una intervención psicológica durante la fase de diagnóstico y de tratamiento. El objetivo último de esto es dotar a los niños y a las familias de información y estrategias de afrontamiento adecuadas para hacer frente a la nueva situación. El apoyo psicológico es fundamental y puede contribuir a aumentar la calidad de vida de los supervivientes o, en su caso, a asimilar la pérdida del niño por parte de los familiares. La PsicologÃa dispone de técnicas para ayudar al niño enfermo de cáncer y a su familia, y de este modo, contribuir a paliar los sÃntomas de la enfermedad y los efectos secundarios de los tratamientos médicos; todo ello siempre teniendo en cuenta que la intervención debe ser multidisciplinar. |
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Publicado en apoyo psicológico por: Gemma Asarbai el 15-02-2013 archivado en Definiciones y Conceptos
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