Se conoce la Prosopagnosia como la dificultad para reconocer rostros conocidos. También se puede conocer por los términos de ceguera facial o agnosia facial.

Se caracteriza por ser un trastorno neurológico en el que la persona es incapaz de reconocer los rostros de otras personas o incluso el suyo propio en espejos o fotografías.

Aunque no existe ningún fallo visual y la persona es capaz de captar toda la información visual relativa a la cara de una persona, es incapaz de detectar los patrones que convierten esa cara en algo único.

Las causas aún son desconocidas, ya que puede deberse a lesiones en zonas específicas del cerebro, pero también puede ser una condición con la que se nace.
Aunque se sabe que el reconocimiento facial radica en áreas cerebrales localizadas en la zona temporal, occipital y parte del sistema límbico. En la zona inferotemporal, en el llamado giro fusiforme, localizado entre el giro parahipocampal y el giro temporoinferior, donde se da el reconocimiento facial. Por lo tanto, una persona que presente Prosopagnosia se verá afectada en las áreas cerebrales encargadas del reconocimiento facial, en la zona occipital inferior, el giro fusiforme y la corteza temporal anterior.

Esta enfermedad puede ser congénita o adquirida.

Existen varios grados de severidad, en algunos casos menos severos si que pueden apreciar las expresiones faciales y reconocer las emociones, como puede ser la alegria, la tristeza, la ira, etc., e incluso pueden llegar a estimar la edad y el sexo del rostro que ven.

En función de la severidad se pueden clasificar en diferentes tipos:

- Aperceptiva: dificultad para reconocer que una cara es una cara, todos los rostros los percibe iguales, tanto si son personas cercanas como desconocidos.

- Discriminativa: dificultad para reconocer una misma cara desde diferentes perspectivas espaciales, o para identificar un mismo rostro en posición invertida.

- Asociativa: dificultad para reconocer caras familiares, es decir, presentan un déficit en la asociación de la familiaridad a un estímulo facial conocido. Distinguen en mayor o menos medida unos rostros de otros pero no los reconocen.

- Identificativa: conservan la capacidad de reconocer si una cara pertenece a alguien conocido, sin embargo, presentan dificultades para determinar de quién se trata.

Todo ello conlleva que la persona que lo padece pueda presentar trastornos de ansiedad, estrés, depresión…, afectando tanto en su ámbito personal, como social.

Aunque carece de tratamiento específico, el abordaje terapéutico va encaminado a desarrollar estrategias para compensar el déficit, ya que no existen fármacos que tributen al mejoramiento o cura de esta enfermedad, a menos que exista una causa orgánica que permita tratarla.
Este abordaje terapéutico se debe centrar en entrenar a los pacientes en reconocer los rostros de las personas cercanas observando cada pequeño detalle (color de pelo, la voz, existencia de lunares o marcas faciales, forma de vestir, uso de gafas…).
Además, desde la psicología, se debe tratar todo aquel trastorno que se haya podido generar como consecuencia de esta dolencia (ansiedad, depresión…).

Publicado en apoyo psicológico por: Gemma Asarbai el 23-05-2022 archivado en Definiciones y Conceptos